jueves, febrero 17, 2011

Explosiones y Tormentas Solares

Nuestro Sol pasa por ciclos regulares de actividad y cada 11 años de promedio se produce un periodo de actividad máximo. Su último máximo solar fue en 2001, con lo que esta erupción demuestra que el Sol está despertando de nuevo. Una tormenta solar es una explosión violenta en la atmósfera del Sol con una energía equivalente a millones de bombas de hidrógeno. Las tormentas solares tienen lugar en la corona y la cromosfera solar, calentando el gas a decenas de millones de grados y acelerando los electrones, protones e iones pesados a velocidades cercanas a la luz. Producen radiación electromagnética en todas las longitudes de onda del espectro, desde señales de radio hasta rayos gamma. Las emisiones de las tormentas solares son peligrosas para los satélites en órbita, misiones espaciales, sistemas de comunicación y la red de suministro.

En líneas generales, este fenómeno se produce por la misma actividad turbulenta del Sol, y se registra en zonas que los astrofísicos llaman “manchas solares”, que son regiones del Sol con alto campo magnético. Las explosiones, que por el momento no pueden ser anticipadas por los científicos, envían al espacio a velocidades altísimas una lluvia de partículas cargadas eléctricamente (electrones, protones y diferentes tipos de iones) que interactúan con la magnetósfera, es decir, el campo magnético terrestre. Según hacia dónde se produzca la explosión van a dirigirse las partículas ionizadas que despiden. Unos días después de que se producen las explosiones, estas partículas llegan hacia nuestro planeta y son desviadas por la magnetósfera, lo que en algunos casos provoca un fenómeno visual impactante: las auroras boreales, que pueden verse principalmente en el norte de Canadá, Alaska y Noruega.

Los científicos clasifican las explosiones solares dependiendo del brillo de sus rayos x, en una escala que oscila desde el 1 hasta los 8 Angstroms.
Explosiones de clase X : Son las explosiones más fuertes y pueden causar pérdidas de radio en todo el planeta,  tormentas de radiación de larga duración y efectos nocivos en los seres humanos, animales, clima, comunicaciones, satélites, suministro de energía eléctrica, etc.
Explosiones de clase M : Son de importancia media y pueden causar pérdidas temporales de radio, sobre todo en las regiones polares. En ocasiones, son sucedidas por tormentas de radiación menor. También son factibles de producir los efectos mencionados en las de clase X.
Explosiones de clase C : Son pequeñas y apenas tienen consecuencias para la Tierra.
 
Se cree que la mayoría de los terremotos o sismos que hemos sentido en el planeta en estos ultimos años y en especial acá en Chile, coinciden minutos después de que la magnetósfera se estabilizará y se recompusiera después de una tormenta geomagnética provocada por algún fenómeno solar. 

Si nuestra magnetósfera es debilitada  y presionada a causa de una fuerte presión magnética, está se recompone en el paso de las horas. A causa de esta recuperación se cree que el núcleo terrestre debe intervenir y por ello se cree que en su interior se agita de tal forma que provoca alteraciones en las mareas de magma que están en el manto de nuestro planeta (por encima de nuestro núcleo y por debajo de nuestros pies haciendo vibrar las placas tectónicas).

Hasta ahora, la mayor de las eyecciones de masa coronal (EMC), jamás registrada se produjo en el año 1859. Toda la red de telégrafos europea y norteamericana de la época se colapsó en cuestión de minutos. Se produjeron centenares de incendios en numerosas oficinas de telégrafos a causa de la sobrecarga de energía eléctrica en la atmósfera, y se vieron auroras incluso en zonas tropicales. Si un evento de la misma intensidad se produjera en la actualidad, en un mundo que depende ya por completo de la electricidad y las telecomunicaciones, las consecuencias serían desastrosas.

Las explosiones solares son las explosiones de mayor energía que se dan en el sistema solar. Aunque las radiaciones electromagnéticas de las explosiones solares viajan a la velocidad de la luz y alcanzan la Tierra en ocho minutos, las EMC (eyecciones de masa coronal) viajan a una velocidad que varía entre los 100 y los 1000 kilómetros por segundo y tardan unos días en llegar a la Tierra.

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